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Imagen similar a una señal de tráfico que muestra una silueta de hombre hablando con el signo rojo de prohibido encimaA pesar de ser una palabra que no existe, al menos según el diccionario de la RAE, su significado es fácilmente deducible. Es una dolencia, conducta o situación que viven miles de personas sordas en el mundo.

Imaginemos el caso de un niño sordo cuyos padres oyentes han estado toda la vida ayudándole en sus comunicaciones fuera del entorno familiar. Si los padres tienen un sentido de la responsabilidad desarrollado, es muy probable que el niño tenga una vida llena de satisfacciones y con un desarrollo óptimo. Pero si como ocurre en la mayoría de las veces los padres (o tutores) se han aprovechado de la discapacidad de su hijo, para enriquecerse, conseguir preferencias, saltarse procesos, etc… es normal que el niño sordo al crecer empiece a desarrollar un sentimiento de rechazo hacia los oyentes en general.
El poco contacto con el mundo oyente de una persona sorda fuera del ambiente familiar suele acrecentar la idea de que “todas las personas que oyen son iguales”. Por tanto, si mis padres se aprovechaban de mi sordera, con más razón lo hará el resto de la sociedad.
Este tipo de situaciones (mucho más comunes de lo que parecen) han venido creando un cierto mito de desconfianza en torno a las personas sordas. Ser sordo no implica ser desconfiado por naturaleza, si no haber tenido una serie de experiencias no siempre muy positivas.
Imaginemos otra situación. Nos encontramos en un coche sentados en la parte de atrás y dos personas (familiares, amigos, conocidos, etc…) van en los asientos de delante hablando en un idioma del que no conocemos ni una sola palabra. De pronto se ríen, de pronto están serios, etc… Lo más natural es que preguntemos

¿Qué pasa? ¿de qué se ríen?, etc…

si por respuesta recibimos una traducción 100% fidedigna de lo que se ha dicho, no habrá ningún problema. Pero la mayoría de las veces recibiremos por respuesta un

Nada, es una tontería.

Esto puede llevarnos, por ejemplo, a creer que se está hablando de nosotros y no se nos quiere informar; o a que se nos considera poco inteligentes como para entender de lo que se habla.
Pues bien, una persona sorda se enfrenta a esta situación todos los días de su vida…

 

Fuente de la foto:

https://entornoalasordera.files.wordpress.com/2013/03/6bfd7-prohibitcridar-bmp.jpg

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Comentarios (2)

¡Qué interesante! No se me había ocurrido que la actitud de aprovechar la sordera de los hijos incide directamente en esta “oyentefobia”, ahora me resulta evidente. Me ha gustado mucho tu blog.
Soledad.

[…] Dado que la mayor parte de estos abusos proviene por parte de los oyentes, lo normal es que el rechazo hacia estas personas sea […]

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