El cuerpo humano es muy sabio. Basta que le falte un sentido, para que inmediatamente potencie los demás.
Hace unos años, una periodista llamada Samanta Villar realizó un experimento: se quedó ciega de forma voluntaria durante 21 días. En pocas horas podía saber si una puerta estaba abierta o no sin verla… (Ver aquí.)
Esta capacidad del cuerpo hace que muchas personas sordas tengan especial facilidad o sensibilidad hacia las artes plásticas o las artes visuales. Que el campo de visión se amplíe, hace que también la atención aumente, por eso hay gran cantidad de personas sordas que se dedican de un u otro modo a las artes plásticas.
Fotógrafos, diseñadores gráficos, ilustradores, etc… son profesiones con un alto contenido visual, por lo que muchas personas sordas encuentran en ellas una gran veta que explotar.
Uno de estos artistas es el famoso pintor Francisco de Goya, (1746-1828) quién en 1792 quedó sordo. En el caso de este genial pintor, la sordera le provocó un aislamiento y angustia que nada tiene que ver con cómo se vive la sordera hoy en día. Un ejemplo de estos artistas visuales sordos puede ser, por ejemplo, Edgar Murillo; también conocido como Artedgar. (www.facebook.com/artedgar)