Las causas que producen la sordera son muchas y muy variadas, por tanto los tratamientos y formas de actuación sobre ella también lo son.
A pesar de las diferencias, los distintos grados de audición, las formas de ver la sordera, etc.. todas tienen algo en común: la necesidad de un diagnóstico precoz.
Determinar el grado de pérdida auditiva a tiempo es la mejor forma de poder comenzar un tratamiento, una rehabilitación o iniciar un protocolo de actuación. En muchos casos, cuando no se sabe aún que un niño es sordo se le suele diagnosticar un déficit de atención, o incluso algún tipo de retraso mental. Esto lleva a que muchos niños sean tratados en los primeros años de su vida por debajo de sus capacidades, impidiendo un desarrollo cognitivo adecuado.
Estos inconvenientes no solo ocurren en la infancia. La llamada «sordera de vejez», es confundida muchas veces con despistes o falta de memoria. Hay personas que no siempre están dispuestas a aceptar «que no son los que eran» y que necesitan ayuda de audífonos; por lo que es su entorno (hijos, hermanos, amigos) el encargado de detectar y actuar sobre esta pérdida.
En cualquier caso, diagnosticar la pérdida auditiva cuanto antes es vital para poder tratarla y que la persona pueda desarrollar el máximo de sus capacidades. Las audiometrías regulares (una vez al año hasta los 65, después dos) son una excelente forma de prevención. Suelen estar incluidas dentro de cualquier paquete médico (público o privado) por lo que realizarlas no es complicado.
[…] vez más la mejor arma es el diagnóstico precoz. Permitirá a la persona sordociega incluir en su vida diaria los elementos necesarios para […]