Hoy en día estamos rodeados de formas de comunicación; sobre todo digitales.
Pocas son las personas que escriben cartas para comunicarse; Whatsapp, Facebook, Twitter, SMS, correos electrónicos, etc… Las nuevas tecnologías hacen que el medio postal sea una de las últimas opciones.

Esta revolución digital y comunicativa ha cambiado nuestra forma de ver el mundo y de relacionarnos; pero, aún más a las personas sordas.

Antiguamente, las personas sordas podían comunicarse por teléfono a través de un Dispositivo de Comunicación para Sordos o TDD (por sus siglas en inglés) muy similar a un módem de la época, tenía un teclado y una pequeña pantalla para ver lo que se escribía. El precio de la llamada era el habitual; no había reducción de costes ni nada por el estilo, así que pocas eran las personas que podían costearse una tarde de charla con los amigos.

Años más tarde apareció un dispositivo que todos conocemos, el móvil. Con él llegaron los mensajes de texto, y por esa época comenzó a despegar el uso del correo electrónico. Ambos representaron una nueva forma más directa de comunicación para las personas sordas. Sin embargo, recordemos que hay una parte de la población sorda cuyo fuerte no es la escritura. Para ellos la verdadera revolución llegó con los teléfonos inteligentes, los llamados smartphones.

Video-llamada, chat instantáneo, video-mensajes, video-blogs, etc… todo eso que a los oyentes nos pueden parecer «chorraditas» y que usamos de vez en cuando son para las personas sordas, un medio de expresión tremendamente útil. Las nuevas tecnologías presentan un sin fin de posibilidades para todo el colectivo.

Si bien es muy poco probable que cuando los diseñadores de Messenger introdujeron la videoconferencia como una de sus funciones estuviesen pensando en la población sorda, es cierto que ha sido una de las mayores beneficiarias.

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